LOS JUGUETES Y LOS NIÑOS
Tendremos primero que definir que entendemos por juego y juguete, y si nos atenemos a la definición habitual hablaríamos de que un juguete, es un objeto con el que se entretiene un niño, y sin embargo esta es una definición muy pobre. De esta forma, estaríamos aislándolo de lo que verdaderamente es el juego. Porque para empezar los juguetes son una herramienta para desarrollar y potenciar sus características personales y para formarle en el aprendizaje, la relación con el mundo que le rodea, lo que ayudará a la maduración de su sistema nervioso central y a su desarrollo intelectual y afectivo.
El primer juguete de un niño es su propio cuerpo, sus manos y sus pies, y de esta forma va asegurándose un entrenamiento motor y corporal y el objetivo es conseguir además su propio placer. Y por ello se transforma en juguete cualquier objeto que el niño trate como tal.
Es una realidad aplastante que la educación supone una poderosísima herramienta para construir una sociedad más justa e igualitaria. No nos queda entonces más remedio que incidir con mucha más fuerza en la infancia: cuidarla, mimarla y educarla con especial atención. Es decir, educar desde la infancia bajo una perspectiva feminista y transversal.
Es muy relevante entender la importancia del juego y el juguete en la primera etapa de la vida para combatir los estereotipos que inundan nuestra realidad.
El juego es la principal actividad que va a desarrollar un niño o una niña para desarrollar su madurez, de ahí la necesidad imperiosa de colocarlo en el lugar que se merece. Mediante la elección que se haga de un juego u otro, se va a facilitar o dificultar el desarrollo de emociones, valores, comportamientos, actitudes, opciones de elección futuras de niñas y niños, se va a desarrollar también la autoestima, el autoconcepto… Y además, puede suponer una lucha activa contra el sexismo y la desigualdad. Sentar unos buenos cimientos nos va a permitir batallar con más fuerza en un futuro.
Además de aprender mediante el juego a interactuar con iguales, a respetar a quien tenemos al lado, a resolver frustraciones (no les dejemos ganar siempre), irremediablemente a través del juego también se transmiten aquellas ideas, valores o juicios estereotipados. Con lo cual, también se está transfiriendo un sexismo atroz.
No tenemos más que poner la televisión o abrir un catálogo de juguetes para comprobar que es casi tarea imposible encontrar juguetes que no estén diferenciados para uno u otro sexo. Y es aquí donde nos chocamos con diferentes realidades con respecto a la misma afirmación: tenemos tan interiorizado el sexismo, que muchas veces ni lo vemos, y pensamos que dentro de una misma familia educamos igual al niño que a la niña…
¿Qué garantizar a niñas y niños mediante la elección de los juguetes?
La infancia y adolescencia deben ser etapas de preparación a la vida adulta. Por lo tanto, aparte de pensar en lo lúdico del asunto, es importante perseguir una finalidad: que mediante sus juguetes se conviertan en personas lo más autónomas posibles. Y no solo eso, sino que dado el tema que nos aborda, es imprescindible conseguir que estos juguetes no sean racistas, violentos ni sexistas.
Trabajar la corresponsabilidad de las tareas de casa a través del juego y el juguete es algo que también se puede y debe hacer desde la infancia. Si quitamos la connotación negativa que subyace al trabajo doméstico y normalizamos esta realidad, dignificaremos este trabajo y romperemos con el mandato tradicional de que sea la mujer quien se ocupe en exclusiva de los cuidados.
¿Cómo encontrar juegos y juguetes no violentos y no
sexistas?
Eligiendo aquellos
juegos y juguetes que:
§
Impliquen acción, pero que no sean violentos.
§
Potencien los cuidados hacia lo que nos rodea y hacia
quien nos rodea, sin que éstos tengan que ser precisamente aburridos o bobos.
§
Valoren positivamente el ámbito doméstico.
§
No tengan que ser el mismo juguete con diferente
propuesta (bicicleta azul o rosa).
§
Refuercen la autonomía personal.
§
Inculquen el valor de practicar deporte y no vivir
sedentariamente.
§
Puedan suponer momentos de relajación, aunque no por
ello impliquen pasividad.
§
Sean cooperativos. Donde exista la necesidad de
relacionarse con otras personas.
§
No necesariamente estén publicitados en televisión o
en catálogos de juguetes. Es decir, que podamos elegir los juguetes y no
“consumirlos” sin más.
En definitiva,
entender que según las herramientas con las que dotemos a nuestras hijas e
hijos así vivirán su vida. Y esto sí que no es ningún juego.
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